lunes, octubre 29, 2007

Morro de Sao Paolo

Querido Luisín, querid@s tod@s:
La fiesta de cumple de Paquinho estuvo de miedo. Hicimos una parrillada fenómena y por fin nos pusimos de carne hasta arribita, menos nuestros invitados brasileños que como no les gusta la carne si no está como una zapatilla, algunos se quedaron a dos velas. Les sacamos baba ganush y alguna otra cosilla, tampoco los matamos de hambre, no creas.
El finde en
Morro ha estado muy bien. El sitio es una maravilla aunque demasiado preparado par el turismo
,ya sabes a mí me gustan las cosas más sencillas, aunque he de reconocer que está todo tan cuidado, bonito, tan alegre y todo en madera, con colorines en las paredes, que me ha dejado con la boca abierta, tanto , que apenas si hice fotos.Por cierto está las puedes ampliar haciendo clic, clic sobre ellas, se abrirán más grandes y verás más detalles. Ana, este consejo va por tí.
Llegamos al mediodía después de un viaje en coche, barco, autobús, otra vez barco y ya andando. En total unas cuatro horas de viaje que merece la pena pasar para recorrer estas callejas por donde no pasan coches, en la isla no hay ninguno;sin asfaltar ,las calles son de arena de playa y con ésa mágnifica oferta tanto hotelera, como de restaurantes, tiendas de ropa de primeras marcas y demás.
Nosotros cogimos una habitación en una pousada ( así llaman aquí a los hoteles) en primera línea de playa y baratísima, unos treinta euros dormir los tres. Sí porque sólo fuimos nosotros tres, Toñín, Angel y yo, los demás ya sabes cúanto les cuesta moverse de casa y aquí igual.
Vitamos todas las playas, las más concurridas y las más solitarias, y en la última estuvimos dando de comer a los peces de colores,que prácticamente salen del agua a comer en tus manos. !Una pasada!
Comimos langostas y langostinos y por la tarde un lugareño nos invitó a ver la puesta de sol. Nos condujo por callejuelas que subían y bajaban, calles imposibles en medio de la naturaleza, para al final llegar a un garito,tipo Café del Mar en Ibiza,donde vimos la puesta de sol,tomando un refrigerio y escuchando música Chill Out.
Con Chiuso, el lugareño, fuimos ayer domingo de caminata por la isla. Menudo palizón.
Primero quería que nos bañaramos en una catarata que ellos consideran sagrada y que dicen rejuvenece. A mí se me nota lo menos quince minutos más joven, te lo juro por mi tío Arturo, porque me bañé un buen rato en sus aguas fresquitas.
La caminata a ratos fue muy dura, con el sol encima desde las nueve de la mañana que empezamos a andar, sobre todo cuando subimos laderas de arena de playa. Hubo techos tan angostos en los que, a nivel del suelo, sólo podíamos poner un pie delante del otro, mientras que la maleza nos daba golpecitos de ánimo en la espalda. Cuando creímos que ya no podíamos más por fin oímos el agua cayendo, eso, y el saber que la vuelta la haríamos en barco, nos dio fuerzas para seguir.
Coronamos lo alto de la isla y comenzamos a bajar hacia la playa. Cargamos gasolina en un bar muy colorido que ya estaba abajo. Aproveché para llamar a mi madre mientras tomamos unas cervecitas y caminamos por la playa hasta llegar a una zona donde el talud está compuesto de arcilla y caolín y la gente gusta de ir a tomar baños de barro. Ahí te dejo unas fotos que lo explican todo.
Para comer, la mujer de Chiuso nos esperaba en su casa. Camino hacia el pueblito donde viven, Gamboa, nos dimos un baño para retirar la arcilla seca y seguimos caminando, ya estábamos como perros del calor y de la caminata.
Emilia preparó la mesa en la pequeñísima terraza de su humilde casa (hay una foto de ella en la cocina más arriba), no hubiera entrado ni siquiera el perro de pequeña que es. Cocinó para nosotros langostas al horno con ajo, aceite de oliva y cilantro. En el arroz que nos sirvió se notó que la encanta la cocina, ya que no era el que siempre nos coloca todo el mundo, arroz blanco sin ná, no ella le puso zanahoria rallada, maíz, guisantes, estaba muy rico.
Tampoco que se limitó a poner el guiso de júdias que aquí sirven con todo y que suelen tener poca enjundia, no, ella nos puso una feijoada de cine con carne y chorizo criollo (calabreses les llaman).
Y por último una ensalada riquísima que levaba una especie de repollo muy verde y tierno, cortado en tiritas, que nos sorprendió mucho, junto con pescado fresco frito, mucho eso, sí.
Le dije a nuestro anfitrión que era la comida más rica que habíamos tomado hasta ahora, y eso que hemos comido en un montón de sitios. Me respondió que lo sabía ya que el ingrediente secreto que su mujer usaba era mucho amor y que,por eso,la comida era tan rica.Qué pareja tan encantadora.
Aun nos quedaba la vuelta en barco al otro lado de la isla, recoger las cosas del hotel y volver a Salvador....y después de tantas hora de pateo.

Hoy vamos a intentar conocer a Carlinhos Brown, traemos su dirección desde Madrid proporcionada por un amigo que trabajó en El Milagro de Candeal, la película. Estamos esperando que nos llamen de Madrid a ver si nos proporciona también un teléfono para avisar antes de ir. Ya veremos si es posible, ya os contaré.

2 comentarios:

Doña Col dijo...

aaaa tortura cruel... como nos refrotas por los morros lo bien que te lo estas pasando...

Anónimo dijo...

Hola wapa.que tal?vaya fotos wapas... te cuento tu horario: el viernes tienes de 15 a 20h. y la semana que viene te han puesto horas curras de 12 a 20h, comes de 15 a 16,dabuti porque comemos junta y asi me cuentas.
Muchos besos