Gallo en papillote

Mi Paquito está aprendiendo a cocinar. Sí. Lleva tiempo motivado porque en casa cocina él y le presto libros y todo. Claro que como es poco dado a leer me dice que sólo mira las fotos y se hace así una idea, porque leer, dice, no los lee. Cuando quiere hacer algo especial o diferente no llama a su madre, no, me llama a mí, mira tú. Hace unos días me preguntó si las truchas estaban ricas asadas. A mí no me gustan pero le di un par de consejos y que él mismo juzgara. No le gustaron. Decía que "saben muuu fuertes como a...." A lecho de río, le contesté. Enarcó las cejas y me dijo que sería eso, pero que no le habían gustado.

Lo que sí le ha gustado es mi consejo para hacer la lubina asada simplemente sobre una cama de cebolla en juliana fina y tomate maduro en rodajitas. No sólo eso, se lo contó a su madre y ésta a mí y, además, va mejorando la receta añadiendo ingredientes que se le ocurren. Está enganchado y feliz, ya lo véis, y yo también, para que ocultarlo.

Tengo que ensañerle a Paquito la técnica del papillote que es ideal para cuando no estás con muchas ganas de hacer nada. No se mancha apenas y el pescadito, especialmente, sale bien rico.

De ese modo preparé el otro día un gallo para la cena. Preparé un trozo de papel de aluminio aceitándolo ligeramente, coloqué sobre él el pescado y dispuse por encima unos trozos de jengibre, algo de puerro. albahaca, sal y pimienta. Cerré bien el paquete, procurando dejar espacio para que circule el vapor, y lo mentí en el horno precalentado fuerte unos diez minutos.

Hoy hemos tomado el vermú a la madrileña, osea hasta las tantas. Hemos hablado de mil cosas incluída la cocina, pero Paquito anda otra vez a la greña en casa y dice que ya no le apetece cocinar aunque reconoce que con mala leche le salen mejor los platos y que por eso no abandona.

Sería mejor que los hiciera con amor, peeeeeeeeeeeeero.

Besos