viernes, noviembre 03, 2006

De setas




El martes me llamó Toñin para invitarme a ir a la finca. El plan era hacer algo de fiesta de muertos y al día siguiente ir por setas. Me lo pensé bien poco, la verdad, al aliciente de la juerga y las setas se unía que venían más amigotes y habría mucha bulla. La fiesta la hicimos en el campo haciendo una hoguera, sacando las sillas de campo, esas cómodas que tenemos, y bailoteando un poco encima de la pista de hierba natural recién estrenada gracias a las lluvias del último mes.
La temperatura acompañó y pudimos disfrutar a la imtemperie hasta bien entrada la madrugada. Una noche sin viento, bastante cálida para el tiempo en que estamos, y una hoguera en la que pusimos todas las patatas que encontramos por la casa para, justo antes de acostarnos, reconfortar el estómago. Después, un pis, y a la cama.
Los chicos intentaron asustarnos con historias de miedo como si fuéramos chiquillas, y con Ana lo consiguieron, no quería ir sola a ningún sitio y daba grititos de dejádme en paz que yo me asusto enseguida. También se disfrazaron pero les he prometido que no pondría ninguna foto aquí y yo cumplo mis promesas; aunque me cuesta, me cuesta mucho no hacerlo, porque estaban horrorosos y se lo merecen más que nunca.


Y por la mañanita todo el mundo se levantó con caraja (resaca) haciendo honor al nombre de la finca que en su día bautizamos "El Carajal" -después de algunas otras opciones- por este motivo: aquí siempre andamos con caraja.
Primero compramos provisiones en Tendilla y aprovechamos para desayunar algo improvisadamente mientras nos antendían en el colmao. Sólo había dos señoras delante de nosotros pero en La Alcarria las cosas suceden a otro paso y nos llevó largo rato hacer la compra.
Son famosos los torreznos de corteza de cerdo de este pueblo que se venden por toda España. Mientras esperábamos abrimos una caja de las muchas que tienen en un estante y una cerveza de litro de la nevera y fuimos desayunando, muy campero, pasándonos los torreznos y el litrillo.
El campo está maravilloso, henchido de agua y vestido a fondo de verde.
Las zonas seteras de Guadalajara por las que nos movemos producen seta de cardo y champiñón silvestre. Al estar todo tan empapado el suelo estaba mullido y lo primero que hice fue descalzarme, echarme las zapatillas al hombro y disfrutar de la tierra en contacto con mis pies.

El sol calentaba lo justo. La pandilla estaba esparramada por las lindes de un sembrao y de vez en cuando levantaba la vista del suelo y veía a alguno de ellos, tumbado boca arriba en el suelo, atrapando el sol en el cuerpo. Yo hacía lo mismo cuando mis pies se quejaban de los pinchazos de los cardos, esos que nos porporcionan las setas, me ponía una zapatilla bajo el cuello al modo de almohada y me relajaba un rato disfrutando del momento calentito y silencioso que nos estaba proporcionando este día maravilloso de campo.
Todo esto muy bonito pero llegó un momento, algo después del mediodía, que los más crápulas empezaron a pedir a gritos ir a tomar el vermú por los pueblos, camino de casa.
Berniches, Fuentelaencina, Moratilla, fueron los que visitamos. En el último sirven un vermú de grifo de los ricos, ricos. Pero en ninguno ponen tapa con la bebida, apenas unas aceitunas resaladas, y volvimos corriendo a casa a preparar una buena parrillada de costilla de cerdo , chorizo y alcachofas. El tiempo siguió siendo generoso y comimos fuera en manga corta, y por una vez desde hace meses, sin avispas jodonas.
Mañana tendré más tiempo y pondré alguna recetilla que tengo en el tintero.
Besos

1 comentario:

Doña Col dijo...

ENVIDIA GORRRRDA QUE ME DAS...