viernes, agosto 18, 2006

La Toscana I

!AY, Cannellita! Tu país me ha encantado.
Hacía veinte años que no visitaba Italia. Yo entonces tenía...veinte años menos, una mochila con un saco de dormir, un cepillo de dientes y poco más. No tenía un duro y sin embargo hice un montón de viajes al extranjero en aquellos años.

Hace veinte años visité, entre otras ciudades, Venecia, que estaba muy estropeada por entonces. Pasamos un día y una noche mágica en ella. No teníamos donde dormir así que no lo hicimos, no dormimos. Recorrimos, a la noche, la ciudad desierta, evocamos otras épocas caminando por sus callejas, metimos los pies en el agua de los canales, tomé mi primer expresso y mi primer capuccino y aprendí, de aquella, a disfrutar del café y la pasta al dente.

Pero eso fué hace mucho años, otras ciudades, otro viaje.

Mi viaje de este año comienza durmíendome y teniendo que ir a la carrera al aeropuerto. Si no llega Angel a comer a casa temprano, aún me estoy echando la siesta.Todavía tuve que correr más para cambiar de avión en Munich y para colmo cuando llegué a Pisa, mi equipaje no estaba en la cinta. Superados todos los obstáculos burocráticos me reuní con mis compañeros de viaje, que fueron desde España en coche, para ir a la casita que teníamos alquilada en Anchiano, una aldea perteneciente a la pedanía de Borgo a Mozzano .

Venía seca de los vuelos y mis amigos me dicen que lo llevo claro, que no han visto ni un sólo bar abierto, es más que no han visto nada abierto por todas las poblaciones que han pasado desde las nueve de la noche.

Pues ahí hay un bar abierto, y ahí otro y otro más allí.¿No jodas Marisa, que nosotros no hemos visto ni uno y hemos pasado por el mismo sitio? Ya, pero yo tengo un radar especial para detectar bares. Qué le voy a hacer, es herencia paterna.

Nos bajamos en una especie de cafetería ( las comparaciones con nuestros bares son difíciles) donde nos apretamos unas cervezotas de campeonato y de donde nos fuimos porque los chicos decían que estaban como cerdos en una perfumería ya que aquel debía de ser el local de moda del pueblo y estaba todo el mundo muy maqueado y nosotros de guarrillo turista; que las niñas llevaban unas falditas y unos tacones que pa qué y los maromos parecían toditos vestidos de Verssace y nosotros, allí, con las chanclas.
La casita ya podéis ver ,que era de piedra y de tres alturas,(vistad el enlace que se ve entera por dentro, tarifas y todo) está en una aldea encaramada en un cerro, llena de arcos de piedra y callejones.

La calle a pesar de ser estrechísima era la que más tráfico tenía.

El campanario tampoco nos quedaba muy lejos, de modo que todos los días a las seis de la mañana estaba despierta.

!Tan,tan, tan, tan,tan, tan...las seis!
Me advirtió Cannella que la Piazza dei miracoli me iba a dejar sin aliento y así fue. Tanto que todas las fotos que hice de la torre, ésta, me salió derecha. No sé cómo no vinieron a buscarme a mí para darles solución a la caída.

Lo que me divirtió horrores es que todo el mundo está haciéndose la fotito en que parece que está sujetando la torre. Nosotros también nos hicimos una.. me parto toa.

Después a Livorno a comer. Ciudad portuaria nos recibió desierta a esa hora. Visitamos la Nuova Venecia, una pequeña zona de canales y murallas cerca del puerto que fue construida por especialista venecianos y que le dieron nombre.

Allí nos asustamos un poco porque no se veía un alma por las calles y sin embargo encontramos un restaurante y comimos bastante bien.


En las fotos, a la derecha, mi plato de "farfalle frutti di mare", con gambitas, mejillones, lubina, salmón fresco, calamares, ajo, perejil y nata líquida.

A la izquierda "spaghetti alla vongole" con almejas, ajo, mantequilla y perejil.

También probamos los típicos "triglie" (salmonetes) con salsa di pomodoro y un horroso y caléntisimo chianti.

La comida en Italia no es demasiado cara, lo caro es la bebida que puede llegar a 5 euros una cerveza y 3.50 una botellita de agua, sentados a la mesa.

El vino da tavola (vino de mesa) sale por unos 14 euros, es malísimo si tinto ( lo sirven muy caliente), bebible y fresco, si blanco.

Por la tarde hicimos un poco de turismo por la zona y visitamos Pescia y Collodi, donde vivió el creador de Pinocho

Continuará....

Besos

2 comentarios:

Monica Bedana dijo...

Me he emocionado MUCHO MUCHO MUCHO, no lo puedo evitar. La casa es preciosa, el sitio también...espero con enorme impaciencia los próximos capítulos (siempre que escribirlos no te distraiga de hacer pan ;-)))). Un beso muy fuerte.

Marisa Beato dijo...

Ahora estoy un poco tristona y no me apetece, a ver si esta tarde lo llevo mejor.